martes, 23 de junio de 2009

ARTE Y PENSAMIENTO
DESMATERIALIZACIÓN

(Primera parte de 5)
ERNESTO RIOS ROCHA


Me levanto en la mañana. Veo el ambiente. Veo mi vestido de carne, feo o bonito, viejo o joven, que importa. Debajo de eso estoy yo, el verdadero yo pero encima tengo encasquetado un cuerpo.
Y todavía voy y me chanto otro vestido encima y algunos brillos decorativos para agradar. De tela fina, o corriente; zapatos brillantes o mugrosos, que importa, pero de acuerdo al personaje que quiero interpretarle a los ojos que me van a observar y juzgar con gestos de aceptación o descontento.
La gente pasa y pasa caminando. Me muevo, hago gestos. La mirada pero sobre todo mis palabras hablan y forman el personaje que represento en esta vida. ¿Es una obra? ¿Teatro? ¿Una historia? No. O mejor dicho sí, una novela. Es una mentira bien imaginada o una verdad bien fingida. ¿Realidad o verdad? ¿Fantasía o mentira?, fuimos muy bien imaginados por el creador, hechos y desechos por su pensamiento, somos muy importantes, sus hijos, sus ideas, sus historias, espíritus reales, libres, pensantes y capaces de sentir.
¿Quién soy?, ¿Un profesor?, quizá un ejecutivo, o un empresario, político, obrero, artista o simplemente un vagabundo jugando a que soy un individuo más en esta historia.
Actuación, puedo aparentar lo que yo desee. Ellos no pueden verme porque estoy cubierto con ropa y carne. Es un cine y debo creer que la historia presentada en pantalla es real, si no, no tendría caso verla, sin emoción.
¿Quién soy debajo de este vestido carnal?, no soy hombre ni mujer, ni viejo ni joven, y no tengo sexo. Soy un ser espiritual y todo lo material está por encima de mí, es el personaje que me toca representar, pero el actor soy el que está debajo de “eso” y quizá en otra película me tocará ser mujer y no hombre como ahora.
Me percibí, y me di cuenta de que ellos no me ven. Pero cuando veo a los superficiales caminar y dirigirse, no me interesa la superficie ni el personaje que representan, sino a ellos los que están debajo de ese turrón.
He andado rehusándome a ver el exterior y lo que poseen, porque en el fondo nada de eso poseen, esas cosas son solo elementos distractores que nos desvían.
No puedo ser feo o bonito. Quiero ser inteligente o ignorante. Tanto tienes tanto vales. Subí a mi auto, y el auto era yo, no me veían a mí, miraban el auto, y me despreciaron, el auto era viejo, y me dije: no pueden ver, ¡están dormidos!, ¡Ábreles el ojo espiritual!.
Al otro día, desperté por dentro de mí y tuve la segunda aparición. Todo era luz, ahí estaba él, el creador.
Yo me desmoroné débilmente, me levantó y me dijo que levantara mi cabeza y no me postrara. ¡No adores al Cristo imagen!, ¡adora la sabiduría y la misericordia, ése es el rostro de él!.
El universo era un cerebro sin contornos, la existencia solo un sentimiento y la vida como un solo sueño, y dije: nacimos de la mente, ahí vivimos, ahí nació todo, ahí dentro, en la mente! Él desapareció. Pero un ángel consejero quedó ahí.
Pasaron desfilando los personajes principales del mundo. Estaban sangrando todos. Todos revueltos, grandes pequeños, Krishna, Sidarta, Mahoma, Gandhi, Jesús, Confucio, entre los principales pacifistas, y al fondo los guerrilleros, Napoleón, el Che, Allende, Hitler, etc. Pero al final estaba el anticristo mirando a Quetzalcóatl. Me dije, ¿Todos los tiempos en un día?
Cada uno hizo una señal, y cada uno recibió un consejo.
Sidarta se quitó trapo por trapo desde los zapatos hasta el boxer, quedó desnudo y luego se arrancó la carne pedazo por pedazo dejando al descubierto su espíritu, queriendo liberarse de las pasiones carnales y apariencias presuntuosas y su personaje quedó destrozado, era un traje llamado cuerpo humano, un aparato lleno de venas, bien diseñado para funcionar con el alma de un espíritu; entonces quedó al descubierto su espíritu, y tomó el vestido que se había quitado, inerte y se lo regreso al ángel para que se lo llevase al señor juez y le asignara un nuevo personaje en la próxima vida.
El ángel le dio un consejo respectivamente: “Cuida tu cuerpo porque es el único vehículo del mundo, que nace se desarrolla y muere. No olvides tu espíritu, porque es el vehículo de la eternidad.
La salud física fortalece el cuerpo. El ejercicio espiritual, fortalece el alma. Todos moriremos de cuerpo, pero no todas las almas morirán. Las almas esperan al espíritu para la vida celestial, y el cuerpo sin esperanza al polvo volverá. Si cuidas más tu cuerpo que tu alma, el mundo te engaña. Ignoras al creador.
Mahoma se elevó. Gandhi se humilló. Jesús desapareció. Confucio encontró palabras humanas.
“La carne es sólo el templo donde habita el espíritu. Hay que mantener el templo limpio y sano, pero en ayuno, para que el espíritu esté fuerte.”
Cuando el templo se empiece a derrumbar con el tiempo, debes salir de él y el señor te dará un templo nuevo, para que termines tu oración, o simplemente te dirá que ya no necesitas templo ni iglesia, y te enviará a recorrer la eternidad entre jardines y palacios espirituales…
CONTINUARÁ.



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